Parado frente a mí, él balbuceaba. Se enredaba con las palabras, se sonrojaba, bajaba la vista a sus zapatos. ¡Era todo tan complicado!
¿Por que lo hice? ¿Interprete los balbuceos como yo quería, le di un significado al sonrojo? No lo supe.
Me incline, nuestros labios se encontrados. Lo había sorprendido, lo sabía. Pero me devolvió el beso.
Y al fin de cuentas, ¿para que servían las palabras, si todo se resumía a un beso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario